¡Intelijencia,
dame
el
nombre exacto de las cosas!
… Que
mi palabra sea
la
cosa misma
creada
por mi alma nuevamente.
Que
por mí vayan todos
los
que no las conocen, a las cosas;
que
por mí vayan todos
los
que ya las olvidan, a las cosas;
Que
por mí vayan todos
Los
mismos que las aman, a las cosas…
¡Intelijencia,
dame
el
nombre exacto, y tuyo
y
suyo, y mío, de las cosas!
(Eternidades)
1918
Juan
Ramón Jiménez
A
mi el poema, me da en la nariz un cierto aroma de logia.
Creo
notar un trasfondo masón en este verso.
Cierto
que Juan Ramón no lo era, o no se sabe que lo fuese. Pero si lo fue
Rubén Darío, amigo colega y maestro. Por otra parte, tampoco sería
extraño, que en el ejercicio de sus funciones como director de las
Ediciones de la Residencia de Estudiantes (1914) hubiese tenido
contacto con algún masón la masonería sus ritos, o sus
planteamientos.
Aunque
aparentemente marra el tiro, también podría haberlo hecho por
discreción pero en cualquiera de los casos se parece pero no es.
Me
he permitido, hacer cuatro estrofas diciendo lo que en mi opinión
separa su texto del intento. En fin juzgad vosotros...
Por
un momento Juan Ramón parece
transitar
por un camino conocido
pero
pide el nombre exacto de las cosas
en
vez de pedir la palabra, el verbo
Pide
el nombre, sustantivo de objeto
un
universo en si en si la cosa
creado
entonces por el intelecto
abre
entre él y el verbo una fosa
pide
el sujeto y abandona el verbo
sustantiva
el ente lo desendiosa
olvidando
que dios está en el verbo
que
en el principio era la palabra
la
palabra estaba y era con dios
y
dios creó con la palabra verbo.