El teatro clásico mantuvo durante mucho tiempo las llamadas tres unidades clásicas. Tiempo Acción y Unidad de Lugar. Según ellas la obra representada. Debía ocurrir en un Lugar durante un día en un mismo lugar y narrar un solo asunto.
Si la comparamos con el lenguaje del cine o a la novela narrativa, vemos que las tres unidades se disuelven. Y que tal vez la causa de esa norma era la pobreza de medios técnicos del teatro clásico. Esta norma se conserva hasta el siglo XVIII y tal vez la revolución industrial dota a la expresión teatral de recursos nuevos.
Como diría McLuhan (me atrevo a presumir) la linealidad del escrito a mano, tomado a su vez por la imprenta, pone su impronta acotando acción lugar y tiempo. De la misma forma que la oratoria clásica con su:
exordium (introducción)
narratio (narración)
argumentatio (argumentación)
peroratio (conclusión)
Nos indica una pauta de comunicación efectiva base para cualquier entendimiento.
En el otro blog, hemos visto que las emociones no son lineales, que sobre una reacción animal se teje una segunda elaboración en la neocorteza donde las entradas sensoriales son cotejadas entre si y con el recuerdo de las experiencias previas. Por tanto nuestro cerebro puede ante una idea desplazarse de un pretérito imperfecto (evocado) a un futuro también imperfecto (imaginado).
Narración poesía fábula o cuento disfrutan de ese viaje de la mente entre el ayer evocado y el futuro imperfecto; deseado, temido, despreciado.
Es algo que debemos aplicar a nuestros escritos, me propongo hacer alguna reflexión práctica sobre ello.
Kasi
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