Después de releer con
Valery su cementerio marino, se desentiend el alma y se mece la
palabra en libre traducción para ir dejando el puerto de poeta y
navegar en solitario mi pensamiento.
Este techo tranquilo,
donde moran
las palomas,
Entre los pinos palpita
y entre las sepulturas
Compone a la tarde
las luces de la mar, el
mar
eterno y renovado
Oh recompensa postrera
después del pensamiento
La larga mirada
de los dioses la calma
El sol horno de bronce
cruel resistidero
de fuegos fatuos enciende
las espumas del mar
en el ocaso del día
de la vida fin efímero.
Boga
el bajel, navega el credo
en
dura singladura
de
orilla a orilla de mi ego.
Hoy
calmo mañana proceloso
siempre
travieso.