Hoy
quería traer hasta vosotros
un
poco de poesía insospechada
de
esa que aparece entremezclada
en
palabras que componen los áridos
que
son de una novela la argamasa.
No
es Doña Emilia mujer poeta
no
lo es comparada con otras
que
como Rosalía pusieron en la rima
sus
entrañas.
Y
sin embargo hay una novela
que
intitulada el saludo de las brujas
contiene
perlas como esta
Es
raro, además, que un mismo poeta logre, en momentos dados, conmover
a dos almas. Cuando Rosario leía, era sólo por entregarse a igual
ocupación que Felipe. Este, en cambio, buscaba en los poetas el
reflejo de sus sensaciones y la armonía con el mundo exterior, y
especialmente le deleitaba la lectura de Horacio:
Coge
la flor que hoy nace alegre, ufana:
¡quién
sabe si otra nacerá mañana!...
El
afán de detener la dicha al vuelo, como se caza una mariposa, era lo
que dominaba en Felipe. La convicción de que aquel celeste episodio
no era eterno, ni aun duradero, prestaba a su sentimiento un ardor
que a veces se parecía al frenesí; duplicaba la intensidad de su
pasión y le despeñaba, por decirlo así, con los ojos cerrados, a
un insondable golfo de ventura. ¿No acababa de ver de cerca el
sepulcro? ¿No podría estar ahora ya disuelto, convertido en ceniza?
Era pagano, pagano, y disfrutaba del instante fugaz...
Horacio
Carpe Diem la vida que fluyendo huye