Un grupo de buitres
giran en redondo
sobre su cabeza
negro microsurco
del réquiem final.
Un ojo que mira
con fija mirada
su propio mirar.
Percibe el oído
en la negra cueva
de su pensamiento
claro gotear.
Rezuma la idea
dejando en su muro
salitre fatal.
Quien escucha voces
desde su conciencia
concierto letal.
Un rojo canario
ladrando en su jaula
susurros del mal.
En la adusta sala
de aquel sanatorio
psiquiátrico templo.
Cuerdas de vihuela
sus nervios son ya.
Su cuerpo es la caja
como de instrumento
donde se propagan
los pulsos de cuerda
de la mano muerta
que pulsa en sus nervios
sobre la terraja
boca de guitarra
la nada... y el mal